El comportamiento en los insectos es catalogado desde hace mucho tiempo como extremadamente rico y, en ocasiones, muy complejo. Quizá la máxima expresión se encuentre en las complicadas pautas de comunicación que presentan muchos grupos, tanto a nivel visual, como químico y sonoro. Esta comunicación se dirige a mejorar estrategias para asegurar los tres pilares fundamentales del ciclo biológico de cualquier especie: alimentación, supervivencia y reproducción..
Al igual que los caracteres morfológicos, los denominados “caracteres etológicos” constituyen una fuente de información acerca de la variabilidad del reino animal, estando sujetos a los mismos patrones selectivos que rigen en otros aspectos. De hecho, los llamados caracteres morfológicos son, en muchos casos, expresión anatómica de alguna función etológica de importancia.
El estudio del comportamiento desde la óptica de los mecanismos que funcionan para su desarrollo, que no dejan de ser una serie de respuestas en mayor o menor medida programadas ante diferentes tipos de estímulos (ya sean producidos por otros individuos de la misma especie o por otros elementos del entorno) nos lleva a comprender cómo se han adaptado etológicamente al medio y de que manera han triunfado las especies actuales frente a otros competidores.
Más recientemente, otro punto de mi interés es el desarrollo y aplicación de herramientas tecnológicas de información y comunicación (TIC) para la gestión de la biodiversidad, así como para su didáctica. En este último aspecto, participo en el Grupo de Trabajo «Inteligencia Artificial en la Docencia» de la Universidad Complutense de Madrid.
Líneas de investigación principales
J.M.Hernández 