La comunicación acústica en el reino animal. Evolución de los aparatos productores y receptores de sonido.

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La comunicación acústica en el reino animal.

La comunicación mediante señales acústicas está ampliamente difundida en el reino animal. Junto con otras modalidades de comunicación, está presente en la práctica totalidad de grupos zoológicos, habiendo surgido evolutivamente de forma independiente en numerosas ocasiones.

Debido a esto, encontramos una gran diversidad tanto en la estructura de los órganos productores y receptores de sonido como en la estructura y frecuencia de la señal. Desde los infrasonidos emitidos por elefantes y algunas ballenas, hasta los ultrasonidos de murciélagos y delfines.

Adaptativamente, no es extrañar esta reticencia en la aparición de órganos emisores de sonido, habida cuenta de que la simple emisión de un «click» por el rozamiento entre dos estructuras corporales sin adaptación ninguna, ya puede suponer una ventaja adaptativa para el individuo, favoreciéndose cualquier variación que aumente la eficacia del sistema. Así podemos encontrar numerosos casos de órganos acústicos muy elementales que van sofisticándose y ganando en complejidad a través de los distintos grupos zoológicos.

La comunicación acústica es empleada para diferentes funciones en los distintos grupos zoológicos, y aquí también observamos una gran variación en cuanto a la complejidad de éstas: desde simples emisiones de alarma para avisar de un peligro inminente a otros conespecíficos, hasta la compleja comunicación verbal humana.

De forma muy simplificada, podemos clasificar las emisiones acústicas en cinco categorías principales:

  • Alarma: Son sonidos dirigidos a conespecíficos para avisar de un peligro inminente, generalmente un predador.
  • Defensa: Sonidos dirigidos a predadores para que desistan de su ataque.
  • Territoriales: Cantos que se utilizan para marcar el territorio ante otros individuos de la misma especia y, frecuentemente, del mismo sexo.
  • Sexuales: Sonidos dirigidos a individuos del sexo contrario para facilitar la cópula.
  • Agregación y señalización: Llamadas para atraer a otros individuos de la misma población, generalmente para marcar un punto con alimento o un lugar para el refugio

Berrea del ciervo en la Sierra de Andújar

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Evolución de los aparatos productores y receptores de sonido

En sus formas más elementales, la emisión de sonido no necesita estructuras especializadas, dado que el simple roce o golpeteo de una parte del cuerpo contra otra o contra el sustrato produce un sonido que puede ser utilizado como código de comunicación. Estas formas elementales de producción de señales acústicas las podemos encontrar en variados grupos animales, desde invertebrados hasta grandes mamíferos como el elefante, los cuales son capaces de transmitir información a otros miembros de la manada o de manadas vecinas golpeando el suelo con sus patas.

La recepción de las vibraciones producidas de esta manera tampoco requiere un órgano auditivo especializado: los mecanorreceptores situados en la epidermis de muchos animales pueden detectarlas, formándose así un sistema de comunicación acústica muy elemental.

Ausencia de órgano emisor especializado: Reloj de la muerte (Xestobium rufovillosum, Anobiidae). Producción de sonido golpeando la cabeza con el sustrato.

Sin duda alguna, esto ha permitido que la comunicación acústica haya surgido de forma independiente y de forma abundante en todo el reino animal. Una vez establecida una forma básica de emsión acústica, las modificaciones de los órganos implicados que supongan una mejor o más elaborada emisión, se verán favorecidos adaptativamente. De esta forma, a partir del roce de dos estructuras o el silbido producido por la expulsión de aire a presión, se han desarrollado órganos progresivamente más especializados que han permitido a su vez una mayor complejidad de la señal y, por lo tanto, de la información transmitida.

Órgano emisor altamente especializado: Laringe humana

Fruto de esta evolución independiente es la existencia de métodos muy dispares para la emisión sonora: frotamiento de dos estructuras corporales (lo que se conoce como estridulación), entrechoque de estructuras móvies, membranas vibrantes, emisión de aire y vibración de estructuras interpuestas, etc.

«]Messor barbarus «]Cicada orni
«]Ciconia ciconia «]Ruiseñor (siringe)

Paralelamente, la estructura de los órganos receptores ha sufrido una evolución hacia formas cada vez más complejas para discernir los matices que los órganos de producción de sonido especializados son capaces de generar. Las formas más simples son las sedas sensoriales, capaces de detectar las vibraciones de las partículas del aire, que están presentes en grillos y otros invertebrados, o las membranas intersegmentarias -únicas regiones elásticas del cuerpo de los artrópodos- que se modifican en membranas timpánicas asociadas a cámaras de resonancia y estructuras nerviosas, como en saltamontes. En el otro extremo, el oído de los vertebrados, especialmente de los mamíferos, supone toda una obra de ingeniería por su capacidad para detectar leves variaciones en una alta gama de frecuencias.

Sensila mecanorreceptora

Sensila
mecanorreceptora

Órgano timpánico de un saltamontes

Órgano timpánico de un saltamontes

Oido en reptiles y mamíferos

Oido en reptiles y mamíferos

De igual forma, y ligado íntimamente a la estructura del órgano emisor, la naturaleza de la señal acústica también es extremadamente variable: desde infrasonidos (20 KHz) pasando por todo el espectro auditivo humano (entre 20 y 20.000 Hz).

Infrasonidos en ballena azul (Balaenoptera musculus)

Infrasonidos en
ballena azul
(Balaenoptera musculus)

Ultrasonidos en murciélago común (Pipistrellus pipistrellus)

Ultrasonidos en murciélago común (Pipistrellus pipistrellus)

Sonidos audibles por el ser humano en sapo común (Bufo bufo)

Sonidos audibles por el ser humano en sapo común (Bufo bufo)

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