La comunicación y su importancia para los seres vivos. Tipos de comunicación. Comunicación acústica.

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La comunicación y su importancia para los seres vivos

La comunicación es una característica intrínseca en el mundo animal, y surge como consecuencia inevitable del hecho de que todo ser vivo necesita comunicarse no sólo con el medio físico en el que vive, sino también con el biológico. La comunicacion es indispensable en algún momento de la vida, ya sea para alimentarse, reproducirse o evitar la depredación. También existe lo que podríamos denominar un modelo egoista de comunicación, donde una especie engaña a otra para su propio beneficio, por ejemplo imitando el canto de llamada sexual o la coloración de los huevos de una especie hospedadora.

Existen muchas definiciones de comunicación, siendo la de Wilson (1980) una de las más generalizadas: Acción por parte de un organismo que altera la probabilidad de comportamiento de otro organismo, de modo adaptativo, o bien para el emisor o para ambos, emisor y receptor

En las formulaciones más simples, para que exista comunicación deben darse al menos los siguientes componentes:

• Mensaje: La información que se pretende transmitir.
• Emisor: El organismo que origina y envía el mensaje.
• Receptor: El organismo que recibe y procesa el mensaje.
• Canal: El medio físico por el cual se transmite el mensaje.
• Código: Conjunto de signos y reglas que conocen el emisor y el receptor y que se utiliza para representar el mensaje.

Esquema de comunicación humana

Esquema de comunicación en abejas melíferas

En el mundo animal, la comunicación juega un papel crucial en la reproducción, alimentación y defensa ante predadores. Dado lo útil e insustituible de estos mecanismos, no es de extrañar que hayan surgido de forma independiente en multitud de grupos y ocasiones independientes a lo larvo de la historia evolutiva.

Los cantos de cortejo, el marcaje de territorio, las pistas químicas y visuales hacia fuentes de alimento, las señales de alarma en caso de peligro o las dirigidas a defenderse de predadores, son solamente algunos ejemplos de la importancia de la comunicación en la vida de cualquier grupo animal.

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Tipos de comunicación

El mensaje puede ser transmitido por medios muy variados y de esta forma se pueden diferenciar distintas formas de comunicación dependiendo del canal empleado:

Comunicación química: Se realiza mediante la emisión de moléculas que pueden ser detectadas por otros individuos. En este tipo se engloban las feromonas que utilizan algunas hembras de mariposas para atraer a los machos desde kilómetros de distancia o las empleadas en conductas de marcaje territorial, en el reconocimiento y en la conducta sociosexual de muchos primates.

Comunicación visual: Ampliamente extendida, consiste en la emisión de señales que pueden ser percibidas por los órganos de la visión del receptor. Su naturaleza es muy variada, desde las coloraciones aposemáticas de muchos invertebrados, los llamativos plumajes nupciales de las aves o el lenguaje gestual humano.
 

Comunicación acústica: Quizás el tipo de comunicación a la que estamos más acostumbrados, dado que el lenguaje hablado del ser humano pertenece a esta categoría. En este caso, el emisor emplea diferentes mecanismos para emitir sonidos que se transmiten mediante la vibración del aire, agua o incluso sólidos y que son percibidos por el receptor mediante un órgano auditivo de naturaleza muy variada.

Menos generalizados, podemos encontrar otros canales más peculiares, como las señales eléctricas empleadas por algunos peces para el cortejo o las ondas producidas en la superficie del agua por algunos heterópteros.

Un grupo zoológico puede utilizar más de un tipo de comunicación, de forma alternativa o simultánea. Las hormigas emplean fundamentalmente señales químicas, pero en determinadas ocasiones la comunicación acústica se utiliza para modular otros comportamientos o cuando las feromonas no pueden ser fácilmente transmitidas. El propio ser humano emplea contínuamente señales acústicas y visuales de forma simultánea, al igual que aves y otros mamíferos.

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Comunicación acústica

Desde un punto de vista físico, el sonido consiste en una vibración que se propaga en un medio elástico, constituyendo lo que se denomina onda sonora.

La comunicación acústica puede emplear como canal el aire, el agua u otros líquidos e incluso un medio sólido, transmitiéndose las señales mediante la vibración de las partículas de éste. Exige la existencia de un órgano productor de sonido en el organismo emisior, así como otro órgano detector en el individuo receptor.

La emisión puede consistir desde el simple golpeteo de una parte del cuerpo contra el sustrato hasta el empleo de órganos fonadores altamente especializados como la laringe humana. De igual forma, los receptores pueden ser desde simples pelos táctiles que vibran al ser golpeados por las moléculas del aire en movimiento hasta el complejo órgano de Corti de los mamíferos.

Cualquier sonido sencillo puede describirse en su totalidad especificando tres características de su percepción: el tono, la intensidad y el timbre. Estas cualidades corresponden exactamente a tres características físicas: la frecuencia, la amplitud y la composición armónica o forma de onda.

• Tono: Corresponde a la velocidad específica de vibración y se mide como la cantidad de ondas sonoras por unidad de tiempo, que se denomina frecuencia. Una frecuencia elevada da lugar a sonidos agudos, en cambio, la frecuencia baja da lugar a sonidos graves. La unidad de medida más empleada es el Herzio (Hz), que corresponde a una onda por segundo. El ser humano tiene un rango auditivo que oscila entre los 20 Hz y los 20000 Hz (20KHz), pero otros animales son capaces de emitir y escuchar frecuencias inferiores (infrasonidos) o superiores (ultrasonidos).

Tono grave (100 Hz)

Tono agudo (8.600 Hz)

Ultrasonido (21.000 Hz)

• Intensidad: Corresponede a la amplitud, o medida de la variación máxima del desplazamiento. Se define como el flujo medio de energía por unidad de área perpendicular a la dirección de propagación. En el caso de ondas esféricas que se propagan desde una fuente puntual, la intensidad es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, suponiendo que no se produzca ninguna pérdida de energía debido a la viscosidad, la conducción térmica u otros efectos de absorción. Por ejemplo, en un medio perfectamente homogéneo, un sonido será nueve veces más intenso a una distancia de 100 metros que a una distancia de 300 metros. En la propagación real del sonido en la atmósfera, los cambios de propiedades físicas del aire como la temperatura, presión o humedad producen la amortiguación y dispersión de las ondas sonoras, por lo que generalmente la ley del inverso del cuadrado no se puede aplicar a las medidas directas de la intensidad del sonido. La unidad empleada para medir la intensidad es el decibelio (dB), que es una unidad relativa y logarítmica que mide la diferencia entre la magintud que se estudia y una magnitud de referencia (0dB). En el caso del oído humano, se emplea por convención como magnitud de referencia un umbral de audición de 0 dB correspondiente a 20 micropascales de presión.
• Timbre: Viene determinado por los sonidos armónicos que acompañan a la onda principal. Así, podemos encontrar un sonido de frecuencia y amplitud similar a otro pero que se diferencia de éste por la presencia de ondas acompañantes de frecuencia diferente (y múltiplo de la principal).

Distintos armónicos de una misma onda principal

Estas tres características dependen, en primera instancia, de la estructura del órgano productor de sonido, así como de la capacidad muscular para el movimiento del mismo. Sin embargo, también se ven afectados por el medio a través del cual viajan las ondas sonoras.

Tanto la intensidad como el timbre son difíciles de caracterizar: la intensidad varía inversamente al cuadrado de la distancia, interviniendo además multitud de factores como la temperatura, presión y humedad del aire o las caracterísiticas del método de registro empleado (micrófono, amplificadores, etc.). El timbre, por su lado, es demasiado variable, al depender de las estructuras particulares de cada órgano productor de sonido, llegando a diferenciarse entre individuos de la misma especie o instrumentos de las mismas características.

Por todo ello, en la caracterización de la comunicación acústica se emplea fundamentalmente la frecuencia (tono), mucho menos variable intraespecíficamente, junto con otra serie de caracteres -especialmente la estructura de la emisión- que comentaremos más adelante.

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